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TACORONTE-ACENTEJO PROPONE CERRAR EN EL MUELLE LA ENTRADA DE UVA FORÁNEA DE VINIFICACIÓN
Desde hace años el sector vitivinícola de nuestra comarca, y por extensión el insular, se enfrenta a una realidad bastante compleja de un problema generalizado: la entrada de uva foránea para la elaboración de vino. La adquisición de contenedores de uva para vinificación que entra en la isla bajo la etiqueta de uva para comer por parte de distribuidores privados y mercados públicos pone en entredicho el supuesto control de la autoridad competente en dicha materia; al mismo tiempo, que supone un claro ejemplo de competencia desleal para nuestros viticultores y bodegueros. El destino de esos vinos elaborados bajo ningún tipo de control, que posteriormente se venden generalmente en la isla como “vino del país” conlleva una clara confusión en el consumidor cuando recorre la senda de bares, tascas y guachinches, creyendo consumir un vino elaborado con las uvas de la comarca, cuando en realidad está bebiendo un vino elaborado con uvas procedentes de distancias kilométricas (que a veces se mezcla, todo hay que decirlo, con algún racimo local para despistar). En definitiva, se procede a vender gato por liebre.
Sobra decir, que a este problema falto de un control real, se suma el hecho, que sí debe de preocuparnos a todos los que vivimos o visitamos esta isla, que es el progresivo abandono del viñedo en Tenerife. Recordemos que la viña presenta la mayor extensión de superficie de cultivo en la isla, y que está principalmente localizada en la medianía insular. Imaginemos por un momento esta isla de Tenerife sin el manto de viñedo que genera unos espectaculares coloridos durante todo el año entre los cien y los mil metros de altitud. Obviamente, es la labor gratuita de nuestros viticultores la que debemos defender, más aún, cuando son los verdaderos “jardineros” de nuestro paisaje insular. Únicamente comprando la uva de vinificación que se produce en nuestra isla podremos seguir contando con un sector vitivinícola que durante más de cinco siglos ha sido el verdadero mantenedor de nuestro paisaje y medio ambiente. Igualmente, consumiendo nuestros vinos elaborados bajo el control del Consejo Regulador de la Denominación de Origen, podremos contribuir positivamente a la labor desarrollada por nuestros viticultores y bodegueros. En resumen, ¡no hay más ciego que quien no quiere ver!
Finalmente, comprobando que las cosas no han cambiado demasiado en el tiempo y seguimos esperando el control real del fraude por parte de la Administración, reproducimos a continuación el final de un artículo de prensa publicado en el año noventa del pasado siglo por D. Adrián Alemán de Armas, en el periódico La Gaceta de Canarias, en el suplemento “Domingo tras Domingo”, sección Vinos del País, que dice así:
“(…) La solución está en la unión, en la lucha contra el fraude, en obtener mayor calidad, en el control de ese mosto que llega al muelle y se mezcla. En esos contenedores de uvas que aparecen autopista arriba, y que luego se pierden en cualquier camino vecinal. Por eso hablamos del triunfo de la botella frente al garrafón. Y el que tenga dudas que se lea las antiguas ordenanzas de la isla, donde ya en los siglos xvi y xvii aparecen los controles para evitar los fraudes. Y ya se sabe, el fraude nos lleva al dicho popular PAN PARA HOY Y HAMBRE PARA MAÑANA”.
Comentarios de los protagonistas
En opinión de D. Ismael Díaz, presidente de la D.O. Tacoronte-Acentejo, “este es un tema muy preocupante que puede llevar al fin de la viticultura en la isla, por lo que es urgente que la Administración competente tome ya cartas en el asunto imponiendo férreos controles en el muelle a la entrada de uva para vinificación. Lo realmente peligroso es que se confundan los términos y se utilice dicha uva para procesarla y venderla como vino de la zona a través del disfraz de vino del país”.
Igualmente, D. José Manuel González, viticultor de la zona de Tacoronte, considera que “la pasividad de los responsables públicos lleva a que no se proteja lo nuestro frente a la dependencia del exterior que se está dando. En este sentido, se está contribuyendo a potenciar el consumo de productos elaborados fuera de la región en detrimento de la producción local. Igualmente, con esta llegada de uva peninsular por el muelle puede darse la entrada de plagas con los racimos de uvas foráneos, ya que, los mismos pueden contener, por ejemplo, la polilla del racimo –ausente hasta ahora en Canarias– una vez depositados los engazos en el campo”. Además, subraya, que “el coste nuestro de producción de uva no puede competir nunca con la uva peninsular debido a las condiciones orográficas y tamaño de las parcelas, pero sí considera que nuestro paisaje único sí debe ser protegido a toda costa, ya que, entre otros sectores, el turismo se beneficia del paisaje producido y mantenido por nuestro viticultor”.