La mayor concentración de cenobios medievales de la Península Ibérica. Este territorio boscoso comprendido entre los espectaculares cañones de los ríos Miño y Sil alberga una larga lista de pequeños cenobios y grandes monasterios que sirvieron de refugio a los eremitas que buscaban silencio y oración en lugares apartados. Un territorio de viñedos cuyos caldos ya eran apreciados en época romana. Un secreto bien guardado y un pequeño mundo a descubrir que no decepciona a ninguno de sus visitantes.
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