D.O. SOMONTANO EDITORIALES DEL VINO Y ARTÍCULOS ENOTURISMO vinoticias by administrador 18 julio 2016
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Han pasado algunos meses desde que hiciera la visita, pero lo recuerdo como si hubiera sido hace tan solo unos días. Mis viajes por España con el Wine Up Tour me permiten conocer regiones, gentes, restaurantes… por supuesto intento visitar aquellas bodegas con alma, con una historia que contar.
Corría el mes de noviembre de 2015 cuando de Zaragoza a Tudela me desvié un buen puñado de kilómetros para visitar Viñas del Vero y por supuesto Blecua en Barbastro, dos bodegas que como se suele decir, están juntas pero no revueltas. Ambas pertenecen a González Byass.
Puedo decir que viví una experiencia de enoturismo completa y perfecta. Allí me esperaban Diego Mur con quien visité Blecua y pude comprobar la excelencia que alcanza esta marca. La bodega, una antigua casa señorial muestra todo el encanto de épocas pretéritas, de glamour y señorío. Gracias a estos proyectos se conservan espacios que de otra forma, se podrían perder. Poco acero, mucha madera, decoración sencilla y elegante, sin estridencias. Más que limpieza, pulcritud y parte de historia de la comarca es el recuerdo que me queda de Blecua.
Diego siguió con sus quehaceres y llegó mi tocayo, Joaquín Torres a quien había conocido un año antes en Zaragoza. Tras los pertinentes saludos, me invita a acompañarle al coche, vamos a ver viñedos, que es lo que más me gusta cuando realizo visitas. Como dicen en mi tierra, “carretera y manta”. No tengas prisa me comentó… vamos a Secastilla.
Es el momento en el que te das cuenta que tienes que aparcar todo y dejarte llevar, esto son las verdaderas experiencias.
Tras unos caminos sinuosos, cogiendo parte de montaña, llegamos a Secastilla y a los viñedos de Garnacha de la bodega, su auténtico tesoro. Para uno que es de la meseta, de la llanura más extensa, estar en un valle como este es una emoción extra. Los viñedos ya vendimiados conservan algunas “ganchas” para disfrutar de una garnacha única, la auténtica, la de Aragón
La cámara no para de disparar aquí y allá, al horizonte y planos cortos, el día nos ha regalado estampas únicas. Tras la primera entrevista con estas garnachas, algunas de ellas viejísimas, pasamos a otra parcela en la que se abre una ventana al horizonte y como si de un altar se tratara, una pequeña mesa de hormigón en medio en la que sin formalismos (algo que agradezco) pone una barra de pan, una cuña de queso, dos botellas de vino (La Miranda y Secastilla Garnacha Blanca que acaban de lanzar en el mercado nacional) y dos copas. No hacía falta más, sólo disfrutar, respirar, fuera horas, fuera prisas, esto es enoturismo, esto es la auténtica experiencia.
Siempre he defendido que las bodegas se pueden copiar, imitar, hay poco margen de sorpresa, pero cuando sales al viñedo te encuentras con paisajes únicos e irrepetibles, da igual el momento del año, cada día es una postal.
Para terminar he decir que en Viñas del Vero entienden el enoturismo y el enoturismo les entiende a ellos. Para quien no lo sepa, Viñas del Vero pertenece a González Byass. Su bodega en Jerez es la más visitada de Europa, algo sabrán de esto, pero nunca se nos debe olvidar que detrás de todo están las personas y ellas son las que terminan de transmitirte la pasión que se puede sentir por una copa de vino, por una experiencia de enoturismo única que espero volver a repetir pronto, con más tiempo y a ser posible en familia para que mis hijos disfruten desde pequeños del vino y su cultura.